Normalmente
cuando hablamos del período de la adolescencia, la llamada edad de pavo, con
las familias, con nuestros padres o incluso con nuestros propios amigos, se recuerda como un momento especialmente
complicado, no solo para los propios individuos quienes se han podido sentir
muchas veces solos e incomprendidos por sus padres, sino también para los
propios progenitores, que han tenido que lidiar con los cambios de humor de sus
hijos e hijas, la creciente rebeldía propia del momento, el hecho de que se
vuelvan más autónomos e independientes y decidan que ya son capaces de afrontar
las distintas dificultades que puede presentarnos la vida, etcétera. Pero, ¿qué
hay detrás de todos estos cambios?, ¿tienen
un base biológica o simplemente son los adolescentes que deciden complicarnos
la tarea de padres, madres y educadores?
Efectivamente
este período del desarrollo que trascurre oficialmente entre los 12 y los 20
años, supone un momento de grandes
cambios fisiológicos, hormonales y emocionales provocados todos ellos por
la restructuración que sufre el sistema nervioso y por la gran segregación de
hormonas que sintetiza el sistema endocrino que va a provocar el creciente
comportamiento sexual y los cambios fisiológicos propios del género, con lo que
efectivamente estas modificaciones que vemos en la personalidad de los
adolescentes tiene un base biológica. Ahora veremos en qué consiste realmente
esta restructuración y sus consecuencias.
Como es bien
sabido el sistema nervioso es un
conjunto de neuronas que conforman distintas agrupaciones, más o menos
grandes, y que dan lugar a las distintas estructuras que forman el llamado
cerebro: los hemisferios, el hipotálamo, el cuerpo calloso, el tronco…Pero para que estas estructuras puedan
llevar a cabo sus funciones de forma coordinada y adaptativa, establecen
conexiones las unas con las otras. Si bien los bebés nacen con algunas conexiones
ya establecidas, necesarias para que puedan empezar interaccionar con su
entorno, es a partir del momento del nacimiento, gracias a la estimulación que
reciben, cuando se establecen y multiplican las conexiones neuronales,
alcanzando ya a los 6 años el 90% de toda la interconexión que alcanzará en la
edad adulta. Ahora bien, ¿son necesarias todas estas conexiones en la pubertad?
La evolución a
lo largo de la historia se ha caracterizado entre otras cosas por ser muy
práctica y por potenciar al máximo los recursos y habilidades de los organismos
más importantes para su adaptación al medio. Por lo que, siguiendo con esta
premisa, durante la adolescencia se
produce un proceso de restructuración, la llamada “Poda Neuronal” que consiste en suprimir
todas aquellas conexiones que no son imprescindibles, que son menos
utilizadas, y en fortalecer las más
frecuentes y empleadas. El biólogo norteamericano Gerald Edelman lo llama
“Darwinismo neuronal” por el proceso de selección natural que sufren las
neuronas. Asimismo, los axones (vías a través de las que conectan unas neuronas
con otras) se vuelven más gruesos y son recubiertos de mielina, lo que favorece
la rapidez de transmisión de información, y se multiplican las dendritas, las
ramificaciones que reciben la información de los axones, por lo que nuestra
operatividad va a aumentar en gran medida.
Es importante
tener presente que el proceso de
mielinización de los axones y de restructuración de las conexiones no se
produce en las distintas partes del encéfalo al mismo tiempo, sino que es
secuencial y sigue un patrón caudal-rostral (de abajo arriba), lo que
significa que el sistema límbico, zona
encargada del procesamiento emocional entre otras cosas localizada por debajo
de la Corteza Cerebral, madura mucho antes que la ésta última, parte en donde
se llevan a cabo los pensamientos más elaborados y racionales y el control de
impulsos, la cual alcanza su punto de desarrollo máximo a los 25 años. Esto
puede suponer un foco de sufrimiento, es decir, el hecho de que durante la adolescencia
el sistema límbico de los chicos y chicas esté a pleno rendimiento y la corteza
cerebral no sea capaz de intervenir debido a que todavía no ha alcanzado su
pleno desarrollo, explica el que sean tan intensos a la hora de expresar sus
emociones, sus opiniones y se vean inmersos en las tormentas emocionales
propias de la edad, que generan conflicto la mayoría de las veces, ya que no
son capaces de racionalizarlas completamente.
Otra característica propia de esta edad es la
escasa paciencia de la que pueden gozar los adolescentes y su tendencia a la
imprudencia. Esto se debe a que el núcleo
Accubens está también muy activo durante esta etapa, zona del encéfalo relacionada con el placer y la recompensa que
provoca, no tanto que subestimen el riesgo que pueden correr en determinados
momentos, sino que sobrestimen la
recompensa que creen que van a recibir.
En conclusión,
en esta primera parte del post de la Adolescencia hemos visto cuales son los cambios
estructurales a nivel biológico que se producen durante la adolescencia. Esta
información es de vital importancia para que podamos comprender que durante
esta etapa sufren una verdadera transformación que les puede afectar
enormemente a nivel psicológico y conductual. En la segunda parte veremos la
importancia del ambiente y de la estructura familiar en toda esta etapa así
como algunas indicaciones para facilitar la transición a todo el sistema.