miércoles, 31 de agosto de 2016

La Adolescencia y su "revolución interna" (1º Parte)

Normalmente cuando hablamos del período de la adolescencia, la llamada edad de pavo, con las familias, con nuestros padres o incluso con nuestros propios amigos,  se recuerda como un momento especialmente complicado, no solo para los propios individuos quienes se han podido sentir muchas veces solos e incomprendidos por sus padres, sino también para los propios progenitores, que han tenido que lidiar con los cambios de humor de sus hijos e hijas, la creciente rebeldía propia del momento, el hecho de que se vuelvan más autónomos e independientes y decidan que ya son capaces de afrontar las distintas dificultades que puede presentarnos la vida, etcétera. Pero, ¿qué hay detrás de todos estos cambios?, ¿tienen un base biológica o simplemente son los adolescentes que deciden complicarnos la tarea de padres, madres y educadores?
Efectivamente este período del desarrollo que trascurre oficialmente entre los 12 y los 20 años, supone un momento de grandes cambios fisiológicos, hormonales y emocionales provocados todos ellos por la restructuración que sufre el sistema nervioso y por la gran segregación de hormonas que sintetiza el sistema endocrino que va a provocar el creciente comportamiento sexual y los cambios fisiológicos propios del género, con lo que efectivamente estas modificaciones que vemos en la personalidad de los adolescentes tiene un base biológica. Ahora veremos en qué consiste realmente esta restructuración y sus consecuencias.
Como es bien sabido el sistema nervioso es un conjunto de neuronas que conforman distintas agrupaciones, más o menos grandes, y que dan lugar a las distintas estructuras que forman el llamado cerebro: los hemisferios, el hipotálamo, el cuerpo calloso, el tronco…Pero para que estas estructuras puedan llevar a cabo sus funciones de forma coordinada y adaptativa, establecen conexiones las unas con las otras. Si bien los bebés nacen con algunas conexiones ya establecidas, necesarias para que puedan empezar interaccionar con su entorno, es a partir del momento del nacimiento, gracias a la estimulación que reciben, cuando se establecen y multiplican las conexiones neuronales, alcanzando ya a los 6 años el 90% de toda la interconexión que alcanzará en la edad adulta. Ahora bien, ¿son necesarias todas estas conexiones en la pubertad?


La evolución a lo largo de la historia se ha caracterizado entre otras cosas por ser muy práctica y por potenciar al máximo los recursos y habilidades de los organismos más importantes para su adaptación al medio. Por lo que, siguiendo con esta premisa, durante la adolescencia  se produce un proceso de restructuración, la llamada “Poda Neuronal” que consiste en suprimir todas aquellas conexiones que no son imprescindibles, que son menos utilizadas, y en fortalecer las más frecuentes y empleadas. El biólogo norteamericano Gerald Edelman lo llama “Darwinismo neuronal” por el proceso de selección natural que sufren las neuronas. Asimismo, los axones (vías a través de las que conectan unas neuronas con otras) se vuelven más gruesos y son recubiertos de mielina, lo que favorece la rapidez de transmisión de información, y se multiplican las dendritas, las ramificaciones que reciben la información de los axones, por lo que nuestra operatividad va a aumentar en gran medida.
Es importante tener presente que el proceso de mielinización de los axones y de restructuración de las conexiones no se produce en las distintas partes del encéfalo al mismo tiempo, sino que es secuencial y sigue un patrón caudal-rostral (de abajo arriba), lo que significa que el sistema límbico, zona encargada del procesamiento emocional entre otras cosas localizada por debajo de la Corteza Cerebral, madura mucho antes que la ésta última, parte en donde se llevan a cabo los pensamientos más elaborados y racionales y el control de impulsos, la cual alcanza su punto de desarrollo máximo a los 25 años. Esto puede suponer un foco de sufrimiento, es decir, el hecho de que durante la adolescencia el sistema límbico de los chicos y chicas esté a pleno rendimiento y la corteza cerebral no sea capaz de intervenir debido a que todavía no ha alcanzado su pleno desarrollo, explica el que sean tan intensos a la hora de expresar sus emociones, sus opiniones y se vean inmersos en las tormentas emocionales propias de la edad, que generan conflicto la mayoría de las veces, ya que no son capaces de racionalizarlas completamente.
 Otra característica propia de esta edad es la escasa paciencia de la que pueden gozar los adolescentes y su tendencia a la imprudencia. Esto se debe a que el núcleo Accubens está también muy activo durante esta etapa, zona del encéfalo relacionada con el placer y la recompensa que provoca, no tanto que subestimen el riesgo que pueden correr en determinados momentos, sino que sobrestimen la recompensa que creen que van a recibir.

En conclusión, en esta primera parte del post de la Adolescencia hemos visto cuales son los cambios estructurales a nivel biológico que se producen durante la adolescencia. Esta información es de vital importancia para que podamos comprender que durante esta etapa sufren una verdadera transformación que les puede afectar enormemente a nivel psicológico y conductual. En la segunda parte veremos la importancia del ambiente y de la estructura familiar en toda esta etapa así como algunas indicaciones para facilitar la transición a todo el sistema.

viernes, 1 de julio de 2016

La Compatía: resolución de conflictos

Son muchas las ocasiones en las que podemos encontrarnos frente a una persona muy  enfadada que, debido al cúmulo de emociones y sensaciones que está viviendo en ese momento,  es incapaz de tranquilizarse por sí misma y solo tiene capacidad para increparnos a nosotros o al objeto de su enfado, y nosotros nos sabemos perdidos ante “semejante despliegue emocional”, quizás porque lo vemos como un ataque más que como una oportunidad para dialogar y resolver un problema. ¿Cuál es entonces la solución? ¿Cómo deberíamos actuar si nos encontramos en una situación semejante? La respuesta es la compatía.


La compatía es un término nuevo acuñado por Al Siebert, uno de los grandes educadores que han escrito a cerca de la capacidad de superación que tenemos los seres humanos, es decir, la resiliencia. Este concepto es el resultado de la unión de los términos compasión, sentimiento de tristeza al ver el sufrimiento de otra persona que nos impulsa a querer e intentar socorrerla, y empatía, habilidad para reconocer y sentir como propios los sentimientos ajenos a nosotros. Su objetivo por tanto no es otro que la resolución de conflictos mediante la dotación de la habilidad para comprender los sentimientos heridos de la persona y saber qué decir para calmar la situación y que, en vez de reproches y gritos, se llegue a un punto en el que el diálogo y la calma sean los protagonistas.
Algunas de las frases que solemos decir en momentos como estos son: “relájate”, “no te pongas nervioso”, “enfadándote no consigues nada”, “tranquilo” y como estas otras expresiones que, aunque su objetivo sea intentar tranquilizar a la persona, no consiguen otra cosa que ponerles más nerviosos ya que estamos negando e intentando reprimir su enfado, una emoción natural del ser humano, e impidiendo la creación del diálogo, elemento esencial en la resolución de conflictos. ¿Qué recursos conforman, por tanto, la compatía?, ¿Cuáles son los pasos a seguir?:
  1. Preguntar a la persona enfada qué es lo que les molesta, de esta forma abrimos un canal para el diálogo.  
  2.  Escuchar activamente la respuesta a nuestra pregunta, para establecer un debate con la persona y que sea capaz de darse cuenta cuál ha sido el problema.
  3.  Una vez establecido el dilema, es importante que nosotros realicemos a la persona con que estamos tratando una serie de cuestiones concisas para clarificar lo que se nos ha trasmitido, ya que puede ocurrir que debido al estado de ánimo la persona no sea capaz de hacer un discurso coherente y ordenado. Estas preguntas deben abiertas, para que se mantenga el debate y demos opciones de resolución.
  4.  Es imprescindible que valoremos y seamos empáticos con los sentimientos que están depositando en nosotros. En este punto es importante diferenciar entre simpatía y empatía, la cual nos va a llevar a la resolución del conflicto. La simpatía es una inclinación afectiva hacia las personas que parte desde el plano intelectual y que aunque nos permite distinguir la emoción que está sintiendo la persona, no se es capaz de llevar a cabo un escucha activa que nos permita comprender su esta de ánimo, por lo que se tiende a desvalorizar el estado de ánimo aunque se quiera buscar un “intento” de solución mediante un consejo. La empatía, en cambio, es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimos de otra persona. Parte de la total comprensión e identificación de las emociones y nos permite conectar con el corazón de las otras personas.
  5.  El reconocer e indagar en los sentimientos, sobre todo en aquellos que podríamos llamar negativos, lo que no significa que sean malos y que haya que esconderlos pues tienen su función adaptativa, nuca es sencillo por lo que debemos agradecer la valentía de las personas que deciden hacerlo.
  6.   Finalmente, preguntar a las personas qué es lo que quieren y transformar juntos ese deseo en posibles soluciones es el último paso. Esto permite que la persona verbalice un objetivo y lo comparta con nosotros, lo que ayudará en que juntos se llegue a un consenso beneficioso para nosotros, pero sobre todo para ello

La compatía por tanto es un importante herramienta para la resolución de conflictos ya no solo con personas adultas, sino también con niños. Importante mencionar que con ellos debemos moderar nuestro propio discurso y adecuarlo al momento del desarrollo en el que se encuentran.